19 de Marzo – Rey
“Él nos ha liberado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo.” Colosenses 1:13 (NVI)
Rey
Siempre se plantea la lucha entre el bien y el mal. Se asocia el mal con la oscuridad y el bien con la luz. Comics, revistas, miniseries, películas, libros y todas las religiones de todas las culturas remarcan esta norma que surge de la Biblia. La Palabra de Dios fue la primera en explicar este problema del hombre. Aunque no quiera verlo o lo niegue y rechace, el hombre vive sometido por el reino de las tinieblas. Es un esclavo del pecado. Como estamos tan acostumbrados, esto no nos resulta problemático ni aterrador. Pero si lo pensamos un poco, entenderemos la realidad de esta sentencia espantosa.
Aquellos que viven en tinieblas nunca ven. No tienen esperanzas, no tienen proyectos, no tienen paz, viven con miedo, acusados, condenados y sin futuro. Viven una vida que no es vida, aunque piensen que la tienen. Viven lejos de Dios. No conocen lo bueno, lo agradable ni lo santo.
Creen que está viviendo en su plenitud una vida divertida y genial pero están cegados. No se dan cuenta de su peligrosa situación. Puede ser que aparentemente tengan buenos momentos, pero son solo eso: momentos. La única vida real es cerca de Dios, todo el resto es un espejismo mentiroso.
Todos vivíamos en ese reino sin esperanza. Pero un día Dios nos hizo una oferta. Nos propuso salir de ese calabozo oscuro, siniestro y mortal, para llevarnos a su Palacio de amor, dignidad, gloria y belleza.
Imaginate por un segundo vivir 18 años encerrado en un sótano sin nunca ver la luz del día, sin baño, comiendo sobras, solo, sin poder ver a nadie y angustiado. Y que un día alguien te saque y te lleve a una casa con parque, donde hay una cama con sábanas limpias, comida decente, un vaso, una ducha y toallas, te trate con respeto, sin golpes ni insultos, te dé un futuro.
Dios hizo algo mejor por nosotros, nos invitó a Su Reino y ya nunca nadie nos podrá sacar de él. Nadie nos puede echar porque Jesucristo es nuestra garantía. Nos hace partícipes de Su Gloria y nos hace herederos. ¡Dale gracias a Dios por su generosidad inmensa y su eterno amor!
REFLEXIÓN – Solo un Rey generoso comparte su reino.
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