20 de Agosto – Acantilado
“Jehová será el refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia.” Salmos 9:9 (NVI)
Acantilado
Antes de la creación de la pólvora, las ciudades amuralladas eran un refugio seguro. Por lo general, los campesinos no vivían dentro de la ciudad, pero cuando aparecía algún peligro, inmediatamente se refugiaban dentro de ella.
Para el salmista, un hombre habituado a la guerra, contar con una muralla era una gran ayuda. Era una fortaleza difícil de destruir.
De la manera que esa muralla de piedras le daba seguridad y confianza cuando atacaba un enemigo, así Dios le daba seguridad y confianza cuando aparecía la sombra de la angustia.
Hoy parece que hay otros remedios para combatirla. Algunos usan pastillas recetadas, otros se aturden en la música, otros saliendo con amigos, otros en la bebida, algunos en la droga, otros en silencio. Pero la gran mayoría de los que usan estos elementos, por lo general, vuelven a necesitarlos, porque cuando se pasa el efecto, el problema sigue estando. Solo esconden el problema por un tiempo, pero luego vuelve a aparecer.
Pero la solución del salmista es definitiva. Él nos recuerda que Dios es ese refugio alto y fuerte contra la angustia. Es la misma idea del acantilado y las olas. Siempre el acantilado está más alto, y por más fuerte que sople el viento y más altas sean las olas, nunca lo pueden superar.
Dios es igual. Es la muralla que detiene todo lo malo que puede afectar tu vida. Es la muralla contra la angustia, la tristeza y la soledad. Es la muralla que te puede separar de la inquietud. No es que hace desaparecer el problema, pero lo mantiene alejado. Dios tiene el poder para darte paz, aún en medio de la angustia. Cuando afuera todo está descontrolado y hay problema, adentro Dios puede darte tranquilidad y paz.
Solo tenés que darle la oportunidad, y pedirle que te ayude. Es muy posible que la ayuda no aparezca como vos deseás, ni en el momento que querés. Dios garantiza Su Paz en tu corazón y la ayuda de Dios siempre es oportuna. No podés pelear solo contra la tristeza, llevás las de perder. Es mucho mejor aceptar la protección de Dios. Él te ama y quiere darte paz.
REFLEXIÓN – En un mar de angustia, Dios es el acantilado de la Paz.
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