9 de Marzo – Oración


“Orad sin cesar.”  1 Tesalonicenses 5:17 (NVI)
Oración
Este es el segundo texto más corto de la Biblia y creo que la gran mayoría lo conoce de memoria. Pero ¡¡¡cuán poco lo ponemos en práctica!!! La fórmula más vieja y efectiva para tener una excelente comunión con Dios es leer la Biblia y orar. Pero muchas veces lo dejamos para más adelante.
Era la hora de comer y el encargado de cocina le dice que no había nada (literalmente nada) para comer, ni pan viejo, ni leche cortada, ni las sobras del día anterior. Cuentan que Jorge Müller entró al comedor (que estaba lleno de chicos) con la misma sonrisa de siempre, miró a los niños que estaban sentados en la mesa frente a sus platos vacíos, y cuando hicieron silencio, como antes de cada comida ¡agradeció por los alimentos! Cuando terminó de orar golpean la puerta. Era el panadero que, como se le había roto la rueda del carro no podía repartir el pan, y se lo ofrecía para que no se pudra. Cuando cierran la puerta (con más pan que el necesario) golpean de nuevo, era el lechero que no podía hacer el recorrido normal y para que no se eche a perder la leche, se la ofrecía al hogar.
Müller hizo algo que requiere mucho valor, puso su fe en Dios. Justamente eso es la oración. Nos acordamos de orar cuando tenemos la soga al cuello, cuando ya probamos miles de caminos alternativos y nos fue mal. Usamos a Dios como un paraguas y lo llamamos cuando las papas queman.
Yo creo que Müller oró de la manera que lo hizo porque era algo cotidiano y habitual en él. No fue esa la única oración que habrá hecho en el día (o en los días anteriores), esa fue la que se escuchó. Pero seguramente para Müller orar no era un rito del domingo, sino una necesidad diaria.
Orar es hablar con Dios con la misma confianza con la que hablamos con un padre o con un amigo. Él espera que le pidamos pero también que le agradezcamos, alabemos y adoremos. No hace falta  estar en el templo para hacerlo. Se puede orar en el tren, en el recreo, el medio del trabajo, antes de comprar, después de jugar.
REFLEXIÓN – La peor oración. . .  es la que no se hace.

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