12 de enero – Tesoro
“No hagáis tesoros en la tierra donde la polilla y el moho destruyen, y donde los ladrones entran y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla y ni el moho destruyen, y donde los ladrones no entran y hurtan, porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Mateo 6:19-21(RVR)
Cuando era chico leí “La Isla del Tesoro” y me pasé varias semanas buscando algún tesoro escondido. El problema consistió en que vivía en un departamento, así que sólo podía buscar entre los placares. Obviamente, nunca encontré nada.
Cuando uno crece, sabe que no va a encontrar un cofre con monedas de oro escondido en algún lugar, pero pone su energía y su esfuerzo en lograr determinadas metas a lo largo de su vida. Un mejor trabajo, terminar los estudios, etcétera. Personas empeñadas en alcanzar mejores objetivos para sus vidas invierten todos sus recursos en conquistarlos, y cuando los consiguen, buscan otros. Y está muy bien que así sea, mientras todo esté dentro del orden que Dios quiere. Nunca debemos olvidarnos que Dios espera y merece tener el primer lugar en nuestra vida, en nuestras decisiones, en nuestras metas.
Por eso es que Mateo nos recuerda esta regla de oro: en donde esté nuestro tesoro va a estar nuestro corazón. Está muy bien que busquemos progresar, pero todo debe estar subordinado a Dios. Si en primer lugar buscamos agradarle, obedecerlo, y complacerlo en todo lo que Él desea, podemos fijarnos la meta que queramos que seguramente será una buena meta.
Una vez alguien dijo, “Ama a Dios y haz lo que quieras”, porque si uno ama a Dios de verdad, en ningún momento va a obrar de manera incorrecta.
A veces pasa que estamos enfermos, o está lloviendo mucho, o hace mucho frío y vamos igual al trabajo, pero faltamos a la iglesia. Estudiamos para los exámenes del colegio o de la facultad y buscamos progresar en la vida, pero nos cuesta mucho leer un capítulo de la Biblia diariamente para hacer el devocional. Llegamos temprano para ir al cine, pero no nos importa llegar tarde a la reunión.
¿Dónde está tu tesoro? ¿Qué cosas te agradan o deseás más? Dios merece el mejor lugar en tu existencia, porque él dio a Jesucristo para que tengas vida.
REFLEXIÓN — Invertí tu tesoro en el banco del cielo. Ninguno da mejores réditos.
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