13 de Marzo – Espacio
“Me sacó a lugares espaciosos, me libró porque me amaba.” 2 Samuel 22:20 (NVI)
Espacio
Los que vivimos en las grandes ciudades estamos acostumbrados a estar apretados. Viajamos en el tren o en el colectivo como sardinas en lata y pareciera que no nos afecta porque se nos hizo un hábito. Vivimos apurados y apretados, con el tiempo justo pero para llegar a todos lados tarde. Y nunca nos detenemos a escuchar el ruido de la naturaleza. Apenas escuchamos el de las bocinas y los gritos.
David nació y creció en el campo. Su trabajo de adolescente era cuidar las ovejas de su padre. Estaba habituado a vivir en lugares espaciosos, a mirar la puesta del sol, a sentir el viento sobre las hojas de los árboles, a ver las nubes atravesando las montañas, a mirar las estrellas y la luna. Estaba habituado a la libertad y a la paz.
Pero también tenía sus riesgos. Andaba por lugares donde había animales feroces y salvajes. Muchas veces se enfrentó a peligros pero Dios lo cuidaba. Dios nunca lo desamparó, porque lo amaba.
Dios sigue siendo el mismo y hoy también nos ofrece sus regalos de libertad y paz. Quizá no tengamos un lugar espacioso donde vivir, ni una pradera verde para ver el ocaso del sol. Pero Dios puede crearlo en tu alma. Puede darte tranquilidad, paz, belleza y amplitud, en un mundo donde todo es pequeño, avaro, sucio y ruin. Aun dentro del smog de tu ciudad, aun dentro de tu triste cuarto. Dios puede darte una vida abundante y feliz. Una vida permanente.
Y también puede cuidarte, porque no estamos exentos de pasar malos momentos. Quizá hoy no tengamos problemas con osos o leones, pero los ladrones, secuestradores, tramposos, corruptos, mentirosos, falsos, estafadores, etc. están en cada esquina y Dios nos cuida. Dios te cuida porque te ama.
Dios puede darte un recreo dentro de tu jungla de cemento. No hace falta escaparse a una playa paradisíaca o a una montaña nevada para encontrar la paz y la tranquilidad que Dios puede darte. Solo es necesario buscarlo en cada momento, vivir cerca de Él y estar dispuesto a pagar el precio de la obediencia. La experiencia de David también puede ser la tuya. Una vida tranquila y segura, una vida cerca de Dios.
REFLEXIÓN – El paraíso es solo con Dios.
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