19 de febrero – Comodidad
“Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos, le respondió Jesús, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.” Lucas 9:58 (NVI)
Si hay algo que siempre hizo Jesucristo fue ser totalmente franco y claro en lo que decía. Estaba buscando discípulos, seguidores, aprendices que desearan saber más de su Persona. Estaba llamando a que lo siguieran. Pero no era una empresa fácil. Jesucristo iba de pueblo en pueblo predicando el Reino de Dios. Pero no viajaba en micro, ni paraba en hoteles 5 estrellas. Acompañar a Jesucristo implicaba caminar muchas horas bajo el sol, llevando sólo lo puesto. No tener un lugar fijo donde descansar, no tener una salida de sábado con amigos.
No había hospitales cerca, ni supermercados para hacer las compras, no había negocios en los que comprar una gaseosa, ni chat para enterarse como estaban los amigos o familiares que vivían lejos. Era una tarea dura, complicada, difícil y nada cómoda. Seguir a Jesús incluía dejar la comodidad de la casa para comenzar una aventura que no se sabía adónde podría terminar. Pero Cristo jamás les escondió esta realidad. Al contrario, fue siempre bien honesto al plantear las dificultades.
¿Por qué hay algunos que aceptan estos desafíos y otros no? Hombres como Andrés, Pedro, Tadeo o Juan que dejándolo todo, siguieron a Jesús. Hombres como Hudson Taylor que con 17 años decidió dejar su Inglaterra segura y cómoda para irse a predicar el evangelio a China, sin siquiera saber hablar el idioma de ese país. Hombres y mujeres que decidieron abandonar su bienestar por amor a Jesucristo.
Hoy no se observa mucho esto. Al contrario, por lo general lo que más se ve es la otra cara de la moneda: cristianos mediocres, que sólo cumplen. Sin pasión, sin compromiso, sin lealtad. Hacen sólo lo que les gusta o lo que tienen ganas, sin sacrificar nada, y viven indiferentes y apáticos a Dios. Jesucristo ya no los conmueve. Dios ya no genera en ellos pasión y deseo. Es sólo religión; cumplir con los ritos domingueros y pasarla lo mejor posible.
Se olvidan de lo que Jesucristo pedía: cristianos dignos, comprometidos y valientes, que estén dispuestos a resignar su confortable vida por el Reino de Dios. Actualmente se vive cómodo frente al televisor, importa muy poco lo que pasa alrededor.
Podés seguir así, o comenzar a vivir la aventura que Cristo te propone de ser su discípulo. Cuesta pero vale la pena.
REFLEXIÓN – Hay que renunciar a la comodidad.
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