22 de Diciembre – Respuesta


“Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.” Génesis 4:26 (NVI)
Respuesta
El concepto de oración es algo por todos conocido. No hay segmento religioso en el mundo que no tenga esta idea. Pero lo extraño es que la oración, no comenzó con la iglesia primitiva. Tampoco con la ley de Moisés. Esta costumbre de orar comienza en la tercera generación de la humanidad.
El hombre fue expulsado del jardín del Edén por su pecado, y perdió no solo su pureza, sino también (en consecuencia) su relación íntima con Dios. Pero Adán había aprendido que Dios responde. Cuando tenía comunión perfecta con su Creador, el primer hombre pudo saber en su totalidad, lo que significaba y comprendía la respuesta de Dios.
Fue él quien enseñó a sus hijos a invocar el nombre de Dios para solicitar por las necesidades. Génesis relata que Set (el tercer hijo conocido de Adán) engendró a Enós y agrega… comenzaron a invocar. Desde ese lejano comienzo, cada hombre le agregó y le quitó a su criterio formas y métodos de oración. Incluso los pueblos paganos copiaron esa costumbre, y también implementaron hábitos de oración.
Llegamos al siglo XXI con tanta tecnología, tanta ciencia, con Internet, viajes a Marte, y debemos volver a una costumbre de hace más de 5000 años atrás.
Hoy es imprescindible volver a invocar el nombre de Jehová. El poder de la oración es enorme y súper poderoso. Solo tenemos que rogarle a Dios, y Dios va a actuar. La única condición que pone es que cuando pidamos algo, sea para la Gloria de Dios.
Invocar el nombre de Dios no es, simplemente, hacer la oración rutinaria al levantarse o antes de comer. Ni repetir las mismas cosas cada vez que estamos en la iglesia. Invocar a Dios implica clamar, suplicar, insistir.
¿Hace cuánto que no clamás por algo que no sea de tu exclusiva necesidad? Debemos dejar de elevar oraciones egoístas, que solo buscan satisfacer necesidades personales. Debemos volver al principio y suplicar a Dios por temas específicos, pero de otros. Hoy es tiempo de juntarse entre dos o tres, o quizá más hermanos, y clamar por algún tema, por alguna necesidad, por algún problema. Podés ser el iniciador.
Hoy es el día para que comiences a orar de verdad.
REFLEXIÓN – Dice Dios: Clama a Mí y te responderé.

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