No hay nadie como el Señor para ayudarte

¿Sabes que puedes invocar a Dios en momentos de desesperación, tal como lo hicieron estos personajes bíblicos?

Dice la Biblia que cuando Asa fue puesto como rey en Judá,

hizo lo que era bueno y agradable ante el SEÑOR su Dios. Se deshizo de los altares y santuarios paganos, destrozó las piedras sagradas, y derribó las imágenes de la diosa Aserá. Además, ordenó a los habitantes de Judá que acudieran al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y que obedecieran su ley y sus mandamientos.” 2 Crónicas 14:1-4 (NVI)

En una ocasión “Zera el cusita marchó contra ellos al frente de un ejército de un millón de soldados y trescientos carros de guerra.” Asa contaba sólo con trescientos mil hombres armados, pero “le salió al encuentro en el valle de Sefata”, y “allí Asá invocó al SEÑOR su Dios y le dijo: «SEÑOR, sólo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, SEÑOR y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, SEÑOR, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!» 2 Crónicas 14:10-11 (NVI)

Si hoy sientes que la vida se viene contra ti como un gran ejército de millones, es hora de invocar el nombre de Dios como lo hizo el rey de Judá: “SEÑOR, no hay nadie más que tú para ayudar en la batalla entre el poderoso y los que no tienen fuerza; ayúdame, oh SEÑOR Dios mío, porque en ti yo confío y en tu nombre vengo contra esta multitud. Oh SEÑOR, tú eres mi Dios; que no prevalezca hombre alguno contra ti”. (NBLA)

Si hay una cosa que quiero recordarte hoy es que Dios está contigo para pelear las batallas que tú no puedes ganar con tus propias fuerzas.

En otra ocasión, la Biblia relata que:

“cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Este es el rey de Israel. Y lo rodearon para pelear; mas Josafat clamó, y Jehová lo ayudó, y los apartó Dios de él.” 2 Crónicas 18:31 (RVR60)

El salmista conocía muy bien a Dios como vencedor en todas sus batallas, por eso escribió:

¡Dios mío, tú bendices al pueblo que te reconoce como Dios! ¡Tú bendices a la nación que te acepta como dueño! No hay rey que se salve por tener muchos soldados, ni hay valiente que se libre por tener mucha fuerza.
De nada sirven los caballos para ganar una guerra, pues a pesar de su fuerza no pueden salvar a nadie. Pero tú cuidas siempre de quienes te respetan y confían en tu amor. En tiempos de escasez, no los dejas morir de hambre. Tú nos das tu ayuda, nos proteges como escudo. Por eso confiamos en ti. Nuestro corazón se alegra porque en ti confiamos. Dios nuestro, ¡que nunca nos falte tu amor, pues eso esperamos de ti!” Salmos 33:12-22 (TLA)

Que hoy también tu puedas declarar así:

Perdida ya toda esperanza,
llamé a mi Dios,
y él me respondió;
¡me liberó de la angustia!
Dios está conmigo:
no tengo miedo.
Nadie puede hacerme daño,
Dios está conmigo
y me brinda su ayuda.
¡Estoy seguro de ver la derrota
de los que me odian!
Vale más confiar en Dios
que confiar en gente importante.” Salmos 118: 5-9 (TLA)

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