28 de Mayo – Sed

«Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliera: ¡Tengo sed!» Juan 19:28
Sed
Jesucristo había estado colgado de la cruz durante más de seis horas. La última vez que había tomado algo fresco, había sido durante la celebración de la Pascua, al menos doce horas antes. Entre aquella última cena y este momento, habían pasado las doce horas más terribles y crueles de la humanidad.
Jesucristo había sido vendido por Judas, abandonado por sus discípulos que se durmieron, apresado en el monte por una turba de soldados, enjuiciado con mentiras por los sacerdotes, golpeado por la turba enojada, castigado hasta lo indescriptible por el látigo romano, desnudado e insultado por los solados indiferentes, golpeado brutalmente con palos y trompadas, coronado de duras espinas de cinco centímetros, escupido y despreciado por el pueblo, había sufrido el largo camino hasta el Gólgota llevando el pesado madero de la cruz, y finalmente, había sido clavado al madero con gruesos clavos.
Colgado entre el cielo y la tierra, sin poder respirar, sufriendo dolores que no se pueden describir en una frase, Jesucristo padecía todo esto, porque quería salvarte. Seis horas sufriendo, habían secado su boca, hasta quebrarle los labios. Para peor, su corazón estaba quebrado, porque el Padre lo había abandonado.
Ya se había cargado sobre su espalda todos los sucios pecados de toda la humanidad. El Santo Dios, se había hecho pecado, y antes de consumar su obra de salvación, tuvo tiempo para acordarse de cumplir la Escritura. Es cierto que tenia sed, pero no pidió algo para evitar su sufrimiento. Lo hizo para cumplir la profecía.
Él supo padecer y soportar cada dolor, por eso hoy puede entenderte. Si hoy tienes sed de algo, Jesucristo te puede comprender. Él sabe mejor que nadie lo que significa la falta. Frente a tu problema o angustia, a tu queja cotidiana, o a tu reclamo de antes, Cristo sabe de tus sentimientos y dolores. Por eso siempre responde.
Él sabe lo que significa el silencio de Dios. Tuvo que soportarlo en la Cruz, cuando el Padre oscureció la tierra para no verlo cargando nuestros pecados. En el peor momento de dolor, Dios hizo silencio y no hubo respuesta. Por eso Jesucristo prometió siempre escucharnos y respondernos. Él no quiere que sufras. Para tu sed de hoy, Cristo tiene el vaso que necesitas.
REFLEXIÓN – Cristo tiene vasos a medida.

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