4 de Mayo – Dar

“Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria.” Proverbios 11:24 (RVR)
El cantante Fito Paez, en la década de los 90 cantaba un tema llamado “Dar es dar”. El título no aclara mucho el concepto, pero no hay necesidad, es bastante claro de por sí. Dar es entregar. Pero, como los seres humanos somos egoístas por naturaleza, nos cuesta dar. Damos si creemos que vamos a recibir algo a cambio, damos por interés, no existe la filantropía ni la generosidad ingenua. Somos calculadores al momento de dar.
Damos lo mínimo indispensable como para satisfacer al otro, esperando recibir un máximo beneficio. Damos con cuenta gotas porque somos egoístas. Y pensamos que actuando de esta manera, nuestro patrimonio no va a sufrir. Si damos menos de lo que recibimos, siempre vamos a estar con superávit. Y eso, económicamente hablando, es saludable.
Las economías de los países funcionan así. Si exportamos más de lo que importamos, la balanza comercial es favorable. El caso inverso, genera deudas y conflictos. Pero Salomón nos desafía con una matemática distinta, y nos invita a hacer las cuentas de Dios: contra toda lógica, quien da como Dios pide, siempre recibe más. Quien da a manos llenas, recibe más de lo que da.
Es el concepto de la generosidad de Dios. Él dio a su propio Hijo para salvarnos. No se guardó nada, dio todo por amor. En el mismo sentido, Salomón nos plantea esta idea. Quien da mucho, recibe más. En contraposición, los egoístas, los avaros, los insensibles, los que pasan la bolsa de la ofrenda sin poner nada, los indiferentes, acabarán en la miseria.
Invertí en las acciones de Dios. Son fondos garantizados. Su rentabilidad siempre supera la inflación. Dios devuelve con generosidad tu aporte. Tal vez no lo haga inmediatamente, y hoy estés pasando por un momento de crisis o de turbulencia económica. No te olvides de la invitación divina: el que da a manos llenas, recibe más de lo que da.
Dios no se olvida de tu generosidad y le va a dar a cada uno lo que le corresponde. Al bueno y al malo, al generoso y al avaro. Dios siempre paga. Él sabe lo que es dar, y da bien. Entregá confiando, a manos llenas.
REFLEXIÓN – Dios es un buen pagador.

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