2 de Febrero – Prospera

“Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria. El que es generoso prosperará; el que reanima será reanimado”. Proverbios 11:24-25
Prospera
Escribió Jorge Muller, hace más de cien año:
Durante mis últimos cuarenta años en el servicio del Señor, me he relacionado con miles de creyentes. Muchos de ellos, en realidad muchísimos, me han honrado solicitando mi orientación y consejo en sus asuntos privados. A través de estos numerosos casos he aprendido
la verdad de que algunos dan “a manos llenas” y aún tienen más. Pero he visto muchos más que retienen para sí excesivamente, y sólo tienden a ser más pobres.
Note que he dicho que “retienen excesivamente”. No que retienen todo, sino en exceso, indebidamente. Si dan es muy poco en comparación con lo que deberían dar y por ello empobrecen. Aún con todo el deseo de lograr el éxito financiero, muchos individuos no pueden alcanzarlo porque sólo viven para sí mismos. Deudas que no les pagan, pérdidas inesperadas e inexplicables en los negocios, profundas aflicciones en la familia, etc., les quitan el dinero que pretendían guardar para sí en contra de la Voluntad de Dios.
De otro lado también conozco a muchos creyentes que del diez por ciento que daban el un comienzo, pasaron a dar el quince, luego el veinte por ciento, y conozco a algunos que dan el sesenta, y sesenta y cinco por ciento de todos sus ingresos, porque desean “ser ricos delante de Dios” y no “acumular riquezas para sí mismos”.
Al leer esto en forma rápida, no pude menos que sonreírme al pensar en la simpleza de pensamiento de este gran hombre, exento de la globalización, del capitalismo salvaje, del consumismo extremo y de la influencia terrible de la propaganda televisiva que hoy padecemos. Me pareció fuera de contexto, sin valor.
Pero al pensarlo de nuevo, pude ver la claridad del pensamiento de un hombre de Dios como Muller, que teniendo una forma de pensar tan espiritual, podía analizar la realidad divina desde otra óptica, mucho más santa que la que hoy tenemos.
Y llegué a la cuenta que este hombre de Dios tenía razón en lo que decía. Aunque a nuestra sociedad consumista de hoy le resulte extraño, el cristiano debería tener otra mentalidad frente al dinero. Definitivamente, Dios no desea hijos pobres. Pero tampoco los quiere avaros.
REFLEXIÓN – Prosperá tu generosidad

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