7 de Febrero – Ameno

«Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno.» Colosenses 4:6
Ameno
Dicen que algo ameno es algo agradable o divertido. Es cuando hacés algo que te gusta y le ponés muchas ganas. Cuando salís con tus amigas a pasear y se la pasan hablando durante horas sin cansarse, cuando ponés toda la garra para jugar cada pelota, cuando compartís un mate, cuando mirás atardecer en el mar. Son momentos amenos, momentos agradables.
Hay personas que son amenas, con esas que da gusto estar. Personas agradables, cálidas, con la palabra justa, el chiste oportuno, el consejo apropiado, el abrazo sincero. Da gusto estar cerca de ellos. En cada fiesta o reunión, siempre hay alguna persona que es el centro de atención, siempre rodeada de gente con sonrisas en los labios y mirada relajada. Son personas agradables.
Contra lo que muchos creen, esta es una virtud que se puede adquirir. No es una cualidad innata, con la que nacemos. Es cierto que hay personas más tímidas y otras más sociables, que hay personas más tranquilas y otras que se enojan más fácil. Esto está en el carácter de cada uno. Y si bien es complicado, se puede modificar parcialmente.
Pero cuando Pablo les escribe a los colosenses, les pide que ellos sean amenos, que cuando hablen con los demás tengan gracia en sus palabras. Que sean como una comida con sal, sabrosa, que satisface y deleita, con la dosis justa de cada elemento. Pablo les pedía esto a personas comunes como nosotros. No había ningún psicólogo o sociólogo, ningún responsable de recursos humanos, o algún mediador famoso.
Eran personas comunes que trabajaban en el mercado, como pescadores, en las minas, eran amas de casa que atendían a muchos hijos y cocinaban y arreglaban toda la casa sin microondas y sin televisor, eran jóvenes con los mismos impulsos y quejas que los de ahora, eran adolescentes rebeldes con las mismas criticas a sus padres, a sus pastores, al sistema y a la vida que los de ahora.
A todos nos pide que cuando hablemos, tengamos una conversación amena. Que de gusto estar cerca nuestro cada vez que abrimos la boca. Que dejemos de lado la crítica, los insultos, los chismes, las malas palabras, las burlas, la queja, el rencor y que hablemos con gracia.
¿Qué pasa cuando vos hablás?
REFLEXIÓN – Que tus palabras sean mejor que el silencio.

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