1 de Enero – Deseo


“Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú mantienes en alto mi cabeza!” Salmo 3:3 (NVI)
Deseo
Hoy comienza un nuevo año, y los poetas lo asocian a un libro en blanco, listo para ser escrito. Tenemos 365 hojas disponibles para escribir nuestra historia del 2017 y todavía no utilizamos ninguna. Los festejos de anoche pueden traer hoy ciertos malestares, pero el deseo de tener un año nuevo feliz fue el común denominador de todos los brindis.
Un año feliz, seguro, prospero, agradable, con salud, con un buen pasar, con amigos, con metas, con reconocimiento, con satisfacción, completo, sin necesidades ni angustias es lo que todos deseamos para nosotros mismos. Pero nuestra historia nos recuerda que muy difícilmente logremos vivir 365 de plenitud. Los días tristes y con problemas siempre aparecen. Y desdibujan la felicidad que esperábamos el primero por la madrugada.
David no estaba comenzando un año, pero tenía este profundo deseo de tener un tiempo de paz y armonía para disfrutar. Él quería tener esos días en los que caminás con la cabeza bien alta, porque estás orgulloso y feliz, tenés plenitud y la vida te sonríe. Los hombros no te pesan, la cabeza no está gacha, los ojos no están húmedos. Son esos días de satisfacción y éxito, que todos nos deseamos hoy a la madrugada.
Lo notable es que David escribe este manual de éxito cuando huía de delante de su hijo Absalón. Y exclama angustiado: ¡Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí. No estaba muy levantada su cabeza. Más bien, estaba casi derrotado, exiliado y a punto de ser asesinado. Lejos de deprimirse o bajar los brazos, este hombre ejemplar puede decir que Dios mantiene en alto su cabeza. Aunque lo rodee el fracaso y la desesperación, David estaba confiado porque Dios era su escudo protector. La gloria de Dios era suya. Por eso podía levantar su cabeza y desafiar las circunstancias.
No todos los días van a ser buenos. Para este año que comienza, usá la metodología de David. No importa cuán terribles sean tus circunstancias, Dios puede levantar tu cabeza. Él es tu gloria y tu escudo. Dios te defiende y te acompaña. Y puede hacer que a pesar de los fracasos, tengas un muy feliz 2017.
REFLEXIÓN – Podés cumplir tus deseos.

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