10 de Octubre – Consecuencias
“Cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres le inclinaron el corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto para con Jehová su Dios, como el corazón de David, su padre.” 1 Reyes 11:4 (RVR)
Consecuencias
No hubo hombre más sabio que Salomón. Fue uno de los más grandes reyes que hubo sobre la tierra. Sus riquezas, influencias, sabiduría y poder fueron terribles. Logró todo lo que quiso hacer. Si Salomón obedecía a Dios y tenía un corazón recto delante de Él, como había tenido su padre David, Dios le prometió prosperar su reino y engrandecerlo.
Ambos cumplieron su parte del pacto, y el reino de Salomón fue ejemplar. Pero con tanto poder y riqueza, hizo algo que no debía haber hecho. Tomó mujeres de los pueblos vecinos para casarse con ellas. Era algo que Dios había prohibido, pero lo hizo igual. A pesar de eso, en todo lo demás siguió siendo fiel a Dios.
Pero cuando fue viejo y estaba cansado, la presión de sus mujeres finalmente doblegó su voluntad. Es como el agua y el acantilado. No hay nada más duro que la roca, pero la presión constante del agua, el elemento más blando de la tierra, y su continuo golpe, logran que el acantilado se desmorone.
Al fin y al cabo, Salomón permitió que sus mujeres levantaran altares a sus dioses y los adoraran, y un tiempo después, lo convencieron para que él también adore a esas estatuas. El hombre más sabio del mundo, el más poderoso y el más capacitado, terminó sus días olvidando a Dios y adorando a una estatua de piedra. Es lamentable, pero el pecado hace justamente eso.
Parece que no es nada, que es una pequeña faltita insignificante que podemos dominar, que podemos controlar. Pero una vez que lo hicimos ya no se puede volver atrás, y esa pequeña falta, lleva a otra un poco más grande. Si alguien le decía a Salomón cuando era joven que iba a terminar adorando a los dioses de los pueblos vecinos por culpa de sus muchas mujeres, seguramente lo hubieran tratado de loco, y se hubiera enojado mucho.
Por eso Dios exige obediencia completa los 365 días del año. Porque cuando te comenzás a deslizar por la pendiente, es muy difícil subir nuevamente. Es mejor estar atento y no descuidarse, y antes de cada elección, consultarlo a Dios.
REFLEXIÓN – Cada decisión tiene consecuencias.
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