15 de Mayo – Piedra


Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.” Hebreos 12:11 (NVI)
Piedra
Escuché esta historia que me pareció clarificadora de la realidad de Dios.
Cuentan que un niño llevó su barquito a vela para hacerlo navegar en el lago del pueblo. Se había esmerado mucho en fabricarlo y adornarlo. No solamente era bello, también era una gran embarcación. Depositó con cuidado su barco en el agua y disfrutó jugando en la orilla, sin mojarse.
De repente una fuerte brisa sopló sobre el lago y el barco se alejó del alcance de la mano. El grito del niño fue desgarrador. Se estaba perdiendo su precioso barco. Veía como se alejaba impulsado por el viento, con las velas bien hinchadas. Y de repente su profunda tristeza, se convirtió en frío furor. Alguien estaba tirándole piedras a su barco. ¿Quién podría ser tan desalmado y perverso como para atacar con piedras lo que él amaba tanto?
Se dio vuelta enojado para ver cómo un hombre alto y grande estaba tirando piedras hacia su indefenso barquito. No tenía cara de malo y estaba sonriendo. Cuando se volvió a dar vuelta, vio que las piedras en realidad caían todas pasando el barco, sin tocarlo. Pero creando ondas que impulsaban al barco nuevamente hacia la orilla. Esas piedras, en lugar de querer lastimar, intentaban regresar el barco a su dueño.
La disciplina de Dios funciona de la misma manera. Él es nuestro Dueño, nos compró al precio de la sangre preciosa de su Hijo Jesucristo y nos adoptó como hijos. Nos dio dignidad y respeto, nos hizo nuevas criaturas y desea guiarnos por el buen camino. Pero a veces los vientos de nuestra humanidad nos alejan de Dios, a veces los caprichos y el egoísmo que intenta satisfacer los deseos nos alejan de la santidad y perfección de Dios.
Entonces la disciplina de Dios es como esas piedras. No quieren dañarnos sino que quieren atraernos nuevamente a la orilla de su amor, en forma suave y balanceada. Muchas veces parece que Dios nos tira piedras que pueden dañarnos, pero esa no es la intención de Dios. Aunque a veces nos duela, su disciplina es para mejorarnos. El límite es salud mental. Y Dios es perfecto y soberano.
REFLEXIÓN – Que Dios no tenga que tirarte piedras. Quedate en su orilla.

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