3 de noviembre – Anhelos
“Por la desolación del afligido, por los gemidos del menesteroso, me levantaré ahora, dice el Señor lo pondré en la seguridad que anhela.” Salmo 12:5 (NVI)
Alcanzá tus sueños.
Se firme en tus actitudes y perseverante en tus ideales. Esperá con paciencia, ya que lo que pidas a Dios, siempre que sea su voluntad, lo vas a recibir en el momento menos esperado. No seas esclavo del pasado y de tus tristes recuerdos. No te martirices por una herida que está cicatrizada. No revivas los dolores y sufrimientos antiguos.
De ahora en adelante procura construir una vida nueva, enfocada hacia lo alto y camina adelante, sin mirar atrás. Haz como el sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que pasó.
Leía estos párrafos que nos regalaron y son como caricias suaves para el alma atormentada. Quien los escribió habrá tenido que soportar pesadas dificultades. Son palabras pensadas y sentidas de quien estuvo en el horno y mantuvo la esperanza. No del que mira el partido por televisión y critica a los jugadores. Son palabras de alguien que estuvo transpirando la camiseta aunque el resultado sea adverso.
Pero no es algo que a todos le pasa. Da la sensación que existe una mala distribución de los dificultades. Que algunos tienen muchos y otros demasiado pocos. Que esa distribución no es justa porque reciben más problemas los fieles y buenos y menos los que son peores.
Y la consecuencia inmediata es que para aquellos con mayor intensidad de dificultades, los sueños parecen estar más lejos. Parecen más difíciles de alcanzar. Y cuando estás en mitad de la noche oscura cuesta mucho ver el sol de la salida a la mañana siguiente. Una amiga que la está pasando realmente mal, me dio la explicación para esta paradoja de la tristeza.
Dios tarda cien años en formar un roble, pero sólo una noche en formar un hongo. El trabajo y el esfuerzo para lograr un buen roble son agotadores. Pero los resultados son majestuosos.
El problema es que cuando estás en la prensa de Dios, lejos de querer ser un roble, lo único que te interesa es ser un honguito para vivir tranquilo y despreocupado sin sacrificios ni apuros. Dios tiene para vos otros planes. Planes de grandeza, de desafío, de gloria de mejora. No abandones tus sueños, no descreas de Dios. Él desea que tus ideales se perfeccionen y purifiquen. Por eso da seguridad a tu anhelo.
REFLEXIÓN – Anhelá tu mejor sueño, con Dios.
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