16 de Noviembre – Tristeza
“Digo la verdad en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, de que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.” Romanos 9:2
Tristeza
Leí un cuento muy interesante que ilustra a la perfección el dilema de Pablo. Dice así:
Cuentan que en un bosque tranquilo, una tarde de verano, se encontraron en la laguna el Enojo y la Tristeza. Era una tarde soleada y de calor y ambos se sacaron la ropa y se tiraron a nadar en la laguna. Se estaban divirtiendo mucho cuando escucharon voces de humanos. Muy pocas veces se habían cruzado en el bosque y no tenían intención de hacerlo.
Así que salieron rápido de la laguna, tomaron la ropa y se fueron cada uno por su lado, escondiéndose de la vista de las personas que estaban llegando. Pero en el apuro, no se dieron cuenta que agarraron la ropa del otro. Enojo se llevó la ropa de Triste y Tristeza la de Enojo.
Cuentan que aun hoy, si prestás atención en el bosque, tal vez puedas llegar a ver al Enojo caminando por el bosque. Pero si prestás más atención, seguramente vas a descubrir que en realidad, debajo de la ropa de Enojo, solo está Tristeza.
Pablo estaba muy enojado con los judíos de su época. Se empeñaban en perseguirlo, criticarlo y exiliarlo. Vez tras vez, discutía acaloradamente en cada sinagoga cuando predicaba el evangelio. Lo que los gentiles aceptaban con tanta alegría era lo que los judíos criticaban con tanta acidez. Y esto hacía que Pablo se enojara.
Hoy criticaríamos a Pablo por su manera de reaccionar, por la forma dura que decía las cosas. Pero él le cuenta a los romanos, lo que había en su corazón. Detrás de esas discusiones tan acaloradas con sus supuestos enemigos los judíos, había un profundo dolor.
Pablo sufría por la incomprensión y testarudez de sus hermanos de sangre, padecía cada vez que no podían escuchar que la Verdad del Evangelio no era una crítica a su sistema religioso, sino el medio que Dios había diseñado para reconciliar a las personas consigo mismo. Pero no había caso. La discusión siempre estaba planteada, y cada vez era más acalorada.
A veces, si mirás con atención, en medio de una discusión, te vas a sorprender al descubrir que debajo de la ropa del enojo, hay solo una profunda tristeza.
REFLEXIÓN – Mirá mejor.
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